No nos sigamos metiendo mentiras. Aceptemos que estamos sufriendo los coletazos de la Revolución de los Traquetos que nos cambió desde 1990 las estructuras políticas y morales de este país.

Y mucho menos que sigamos insistiendo que quienes están haciendo la guerra son disidencias de las Farc.

La paz de Santos fracasó y seguir denominando como disidencias de aquel proceso a los ejércitos de traquetos que hoy libran sus batallas defendiendo el negocio de la droga y el chantaje, termina siendo una negación de la realidad y, por ende un paso más alejándonos de la solución imaginativa.